sábado, 23 de enero de 2010

09-07-09


Sin previo aviso, desapareces. Tan sólo tus recuerdos quedan en esta casa que dió comienzo a una historia. Me cuesta acompasar la respiración, cierro los ojos y relajo mis extremidades. Intento dejar la mente en blanco, pero las lágrimas lo impiden devolviéndome visiones de aquellos últimos momentos juntas. Ninguno hubieramos podido pensar que la soledad nos abrazaría tan pronto, llevándonos al abismo del dolor, de tu ausencia.

Quisiera poder hacerte aquellas preguntas a las que nunca puse voz, contarte las cosas que guardé para mí, poder hacer realidad los sueños que como una niña ilusionada ibas construyendo.
Me arrepiento de tantos momentos que pudimos haber pasado juntas, que termino olvidándome de los que vivímos. De aquellas noches en el campo contemplando las estrellas, de las bromas y los sustos; incluso también de los pequeños disgustos que te hacían correr tras de mí.

Siempre estuviste pendiente de mí y a veces pienso que no supe agradecertelo lo suficiente. Ahora ya es tarde. Tan sólo me queda llorar tu ausencia y convencerme de que éste ha sido el mejor final.

Siempre te querré y nunca podré dejarte en el olvido.

Has sido una madre para mí.
...derah...

3 comentarios:

Arita dijo...

Alguna vez leí que alguien no muere mientras no se le olvide, y que uno está donde mas se le extraña...

derah dijo...

Y así lo siento yo. Mientras se mantenga vivo su recuerdo no habrá dejado de existir para mí. Me cuesta mencionarla en pasado.

Arita dijo...

Lo imagino. Así siempre sera parte de tu presente, porque ella estará siempre contigo.