domingo, 19 de octubre de 2008

Luchando contra el destino


Nos miramos fijamente, el momento había llegado. Uno de los dos moriría.

Aún a pesar de mi intensivo entrenamiento, sus movimientos me superaban en velocidad. Observaba sus ataques y el intervalo entre cada golpe, intentando encontrar alguna flaqueza que me otorgara una pequeña ventaja.

Había estado soñando con este encuentro durante el último mes, despertandome aterrada en mitad de la noche. Ahora la adrenalina fluia por mis venas, no tenia miedo.

Sus brazos se clavaban en mi piel como si fueran cuchillas y la sangre brotaba por las múltiples heridas que ya había logrado ocasionarme, convirtiendo el suelo en un charco carmesí. No sentía dolor alguno, tan sólo era capaz de pensar en salvar mi vida. Debía hacerlo, pues de lo contrario, aquellos a quienes amaba caerían conmigo.

Un fuerte golpe me empujó contra la pared, haciendome chocar contra un gran espejo que se partió al tiempo que mi cuerpo colisionó contra él. Caí de rodillas y los pequeños cristales se adherieron a mis heridas. A tientas, consegui incorporarme.

Se mantuvo absorto, frente a mi, observándome. Su rostro mostraba un dolor profundo, no pudo contener las lágrimas y éstas acariciaron sus mejillas y besaron sus labios. No pude evitar el estremecimiento que recorrió mi cuerpo. Me había preparado para la ocasión, pero verle asi me vencía...Había establecido un orden en mis prioridades...primero mi clan, el destino para el que había nacido, luego él...

Pero...¿por qué? ¿por qué mi sino era acabar con la vida de mi amado?...

Había logrado engañar a mis sentimientos...olvidar su rostro, las noches en mi alcoba, y su dulce voz...Pero la mentira no consiguió ser mas fuerte que el amor que le profesaba, los hechos lo demostraban. Mi sable no fue capaz de alzarse contra él durante la batalla y ni mis pies se sentían libres de moverse.

Lo amaba profundamente y estaba dispuesta a dar mi vida por él.


Arrastré mi cuerpo hasta hacerlo caer a sus pies, dejando tras de mí un camino bañado en sangre. Sus manos buscaron mi rostro, se tumbó junto a mi y fijó sus ojos en los mios. Fue entonces cuando sus labios me besaron desesperadamente.

Oí unos pasos, eran ellos. Nuestra batalla se había alargado más de lo esperado y debían estar preocupados. Pronto sería la hora.

Me miró asustado. Él tampoco quería continuar con esta triste guerra. No era capaz de mirar mi destrozado cuerpo sin odiarse (su entrenamiento había sido más duro de lo que ambos podíamos haber imaginado. Incluso se sirvieron de hechizos para eliminar los recuerdos que ambos construimos juntos, a fin de asegurarse la victoria). Fue entonces cuando un destello cruzo su mirada, tomó mi cuerpo en brazos y se adentró en el bosque.

Caminamos hasta un pequeño claro. Vislumbré una cabaña. Me miró y una sonrisa apenada se dibujó en su rostro...Me llevó hasta un viejo colchón y se sentó a mi lado. La chimenea comenzó a echar chispas y unas grandes llamas de fuego brotaron.
Se desvistió y se tumbó junto a mi, intentando dar calor a mi frio cuerpo.

Mi vista comenzó a nublarse y fui perdiendo la capacidad del resto de mis sentidos. Sus manos me acariciaban una y otra vez, mientras me susurraba al oido cuanto me amaba. Noté el quiebre de su voz cuando reparó en la fragilidad de mi respiración.
Y entonces el terror me venció, recobré un poco de visibilidad y le contemplé...Su hermosa daga traspasaba su pecho.

- "Juntos hasta el final, mi amor" - Me susurró con su último aliento.

- "Te amo...te amo y te amaré más allá de la muerte" - Alcancé a decir al tiempo que mi corazón dejaba de latir.



...



El rastro que mis heridas dejaron fue lo que les condujo hasta nuestro lecho. Ninguno acertó a hablar y todos lloraron la pérdida.



Un milenio después la historia volvería a repetirse. Nuestras familias estaban destinadas a luchar entre sí eternamente, enfrentadas por el odio más irracional y unidas por el amor más puro.


...derah...

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