sábado, 30 de agosto de 2008

El destino


Un discípulo vio un día casualmente a su maestro hablando
en el mercado con una persona, y se puso a escuchar la
conversación sin que nadie advirtiera su presencia.
- ¿Cómo tú, mensajera de la muerte, estás de visita en
este pueblo? ¿Has venido a buscar a alguien? -oyó
preguntar a su maestro.
- En efecto, así es -dijo el personaje-. Precisamente
quería preguntarte por tu discípulo Hamed; por cierto,
él vive en esta ciudad ¿no es así?
- Así es, incluso me ha parecido verlo por aquí hace
un momento -respondió el maestro.
Cuando aquel hombre oyó su nombre de los labios
de tan espectral personaje, un escalofrío recorrió
su cuerpo. Inmediatamente tomó una decisión:
pensó que si la muerte venía a buscarlo a casa, a
él le daba tiempo a llegar de noche a la vecina
Bagdad montado en un veloz caballo. Al no
encontrarle allí, el mensajero de la muerte
volvería a su tenebroso reino con las manos vacías.
Sin pérdida de tiempo, aquel hombre dejó el
mercado, montó el más veloz caballo y se lanzó
al galope rumbo a Bagdad.
Por ello no pudo oír como continuó la
conversación:
- Es extraño -dijo el mensajero de la muerte-,
porque en realidad aquí he venido a buscar a
un anciano moribundo, con tu discípulo Hamed
tengo en cambio cita en Bagdad esta noche.



Cuento oriental.

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